Esta es Shangai, una metrópolis del siglo XXI que caracteriza a la China moderna que tiene un PIB (Producto Interno Bruto) mayor que países como Suecia, Noruega y los Emiratos Árabes Unidos.
Sí, la China moderna es actualmente la segunda economía más grande del mundo, amenazando seriamente la supremacía de la primera, Estados Unidos.
China fue una vez la economía más poderosa del mundo: Deng Xiaoping, eventual sucesor del Presidente Mao, personifica la transición china de un estado socialista, con una planificación central de todo, a la economía de mercado mixta que vemos hoy en día.
Deng Xiaoping, quien, por cierto, nunca fue presidente, sino más bien un consejero, creía que los recursos deben seguir siendo asignados por el Estado, pero también que la clase directiva y los trabajadores cualificados debían ser recompensados, y no ejecutados, como defendían el ala más ortodoxa del Partido Comunista.
Su primera gran iniciativa fue recompensar a los gerentes y trabajadores destacados que superaran sus objetivos con el reconocimiento y una mayor asignación del bienestar del gobierno: Deng Xiaoping se dio cuenta de que el hecho de que los funcionarios del partido ejercieran su autoridad sobre las líneas de producción del país era contraproducente, y decidió que los gerentes de las fábricas y empresas chinas y los administradores de las granjas de la nación debían ser los responsables finales de los procesos dentro de sus instalaciones.
La producción industrial había aumentado en más de un 30% entre 1977 y 1979, que fue el período de crecimiento más drástico que el país haya visto. Sin embargo, hasta entonces, la economía china había sido históricamente autárquica, es decir, que producía para abastecer la demanda interior, un modelo que Deng Xiaoping modificaría para siempre: las ventajas de un comercio global son masivas para los países que pueden participar efectivamente en él. La manufactura de bajo coste y baja tecnología era su fuerte para producir todo lo que una nación pobre necesitaba, lo que los hacía realmente buenos en la producción de cosas baratas.
El sistema económico chino abrazó el comercio internacional de una manera muy china, abriéndolo inicialmente a áreas que él clasificó como zonas económicas especiales, regiones como Shenzhen (convenientemente situada justo al lado de Hong Kong), Guangzhou y, por supuesto, Shangai. Estas ciudades gozaron de un estatus «especial»: primero, se les permitió practicar el comercio internacional en sus puertos; posteriormente, se permitió crear empresas privadas y recibir inversión extranjera; finalmente, a sus habitantes se les permitió comprar bienes raíces y mercancías extranjeras.
Gracias a estas medidas, China se ha convertido en una economía de servicios, pasando de ser una nación que apenas era capaz de alimentarse a la segunda economía más grande del mundo en apenas un par de décadas. Paradójicamente, sigue siendo una economía controlada por el gobierno, cuyo futuro es incierto. ¿Se convertirá en una versión moderna de Japón? ¿Podrá mantener el Partido Comunista chino su estatus de poder mientras buena parte de sus ciudadanos abrazan el capitalismo y lo que ello supone?