El camarero de la discoteca llevaba una bandeja llena de copas brillantes y coloridas. Las luces parpadeantes del lugar reflejaban en el cristal, creando un efecto hipnotizante.
Los clientes bailaban al ritmo de la música electrónica que sonaba a todo volumen en la pista de baile. El ambiente estaba lleno de energía y emoción, con risas y conversaciones animadas por todas partes.
El camarero se movía ágilmente entre las mesas, entregando las bebidas a los clientes con una sonrisa en el rostro. Su uniforme negro resaltaba entre la multitud, dándole un aire de elegancia y profesionalismo.
Algunos clientes pedían tragos más elaborados y el camarero se esforzaba por prepararlos con destreza y rapidez. Su habilidad para mezclar los licores con precisión y estilo no pasaba desapercibida, recibiendo elogios y propinas generosas.
A medida que avanzaba la noche, la discoteca se llenaba aún más y el camarero trabajaba sin descanso para satisfacer las demandas de los clientes. A pesar del bullicio y la agitación, mantenía la calma y la compostura, demostrando su profesionalismo en todo momento.
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